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La toga planchada

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         Después de darle muchas vueltas, el gobernante tomó una decisión que iba a dejar a todos boquiabiertos. La situación venía torciéndose y la coalición no daba más de sí. Tenía a los senadores enfrente y necesitaba tomar el control de la opinión pública y publicada. Había pasado mucho para llegar a lo más alto y en su cabeza no estaba rendirse, sino resistir. Otros más fuertes cayeron antes, apuñalados por los suyos por ir de cara. Aprendió la lección: no conviene ir a pecho descubierto, es mucho mejor jugar con los efectos y con la buena fe de los demás. Había ensayado muchas veces el gesto y la postura, frente al espejo. No es que le gustara este juego que lo iba a convertir en el primero del nuevo régimen, pero los insultos que soportaba tenían que servir para algo. Habían sufrido los suyos, arrastraban su nombre y no sería en vano.           Ya había puesto en práctica otras jugadas de efecto, hábilmente contadas por sus corif...

Accidentes musicales

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  Segundo cuatrimestre del curso 2024-2025. Derecho comparado y Unificación del Derecho. Los alumnos están más escépticos que expectantes, y piensan sobre todo en su futuro profesional. Todo lo demás les estorba porque para ellos comienza la cuenta atrás. Llueve casi a diario, las clases son el lunes de 9 a 11 y la primavera sevillana tiene mucho de tentación, a base de interrupciones cuaresmales y feriales. El curso se puede caer por falta de asistencia. A los más perezosos les acechan los apuntes de dudosa paternidad, nacidos al calor de una plataforma que hace negocio con la ignorancia y la galbana, que compra a los estudiantes como consumidores de un posible suspenso o un aprobado raspado que debería ser un sobresaliente. Estos “empresarios” deben ser primos hermanos de los piratas que luego ofrecen por precio un TFG e incluso una tesis doctoral. Que Dios los confunda.              La estrategia pasa por ser el mejor profesor posible, es decir...

Méritos y deméritos del Derecho Romano

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  Los profesores de Derecho romano, desde nuestra primera clase e incluso antes, llevamos a cuestas la pesada carga del admirador o el denostador intenso, lo que quizá no le ocurra a ningún otro docente de materias jurídicas. Raro es el tipo que no te suelta un latinajo con su mejor intención, el que te habla de lo bueno o malo que fue su profesor —o el de un primo lejano que vive en Pontevedra—, o el que te cuenta lo mucho que estudió o lo que aún recuerda de una materia que es, para todos, todas y todes, “la base del Derecho”. La damnatio ad bestias se queda corta ante esta penitencia. Uno está tan tranquilo y alguien le dice en plena cola del supermercado: “¡Viva el Derecho romano que al esclavo manumite y a la esclava mete mano!” o “¡no hay verano sin romano!”, eso cuando no te canta “La vaca lechera” en latín o te recita el principio de La Guerra de las Galias . Tras treinta años de profesión, el interpelado pone cara de sorpresa, sí, la cara de sorpresa ensayada ante el ...

Retrogusto

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  Con ocasión de la presentación en el Colegio, el pasado día 14 de octubre de 2024, de la obra colectiva “El sujeto de derecho: experiencia jurídica romana y actualidad”, de la que he sido coordinador, se suscitó un debate interesante que me permitió exponer algunas ideas romanísticas clave. La más decisiva de todas es el valor referencial que hoy tiene el Derecho clásico romano, el que se desarrolla desde el final de la última Guerra Púnica hasta el final del Principado, aunque a mis alumnos suelo darles por buena la aproximación temporal de trazo grueso: del siglo II a.C. al II d.C. Es verdad que pecamos por exceso al principio y por defecto al final, lo que casi nos deja fuera al gran Herennio Modestino, muerto en el año 236, pero todo sea por el mensaje y por la claridad expositiva. De nada sirve conocer las fechas con absoluta exactitud, alguna definición en latín o el “número de pie de Justiniano”, si no tenemos claro que lo que marca la diferencia a favor del Derecho clásic...

Cine y Derecho Romano

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    El azar ha querido que me diera de bruces con un viejo cartel de cine en el que se ve a una Cleopatra, encarnada por la bellísima actriz Hildegard Neil (1939-2023), junto a un Marco Antonio representado por el no menos apuesto Charlton Heston (1923-2008). Ambos aparecen abrazados y llevan sendos cascos romanos,  galeae , coronados por un penacho rojo —el de la reina egipcia— y blanco —el del triunviro—. La película es, claro, Marco Antonio y Cleopatra, de 1972, y fue dirigida por su protagonista masculino. Se basa en el encuentro de ambos personajes históricos, quienes mantuvieron una relación personal y política bien conocida; de la primera nacieron dos hijos en torno al año 40 a.C., la segunda se tradujo en el apoyo financiero de Cleopatra VII de Egipto a las desastrosas campañas de Antonio frente a los partos, poco tiempo después. Lo que llega al cine de todo ello es la historia de amor porque es lo que el público demanda. Las grandes escenas en technicolor y el ro...

Navidad a la romana

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            Un Paraninfo a rebosar fue el regalo navideño que los estudiantes de Derecho romano del Grado en Derecho y de los correspondientes Dobles Grados de la Universidad Pablo de Olavide nos brindaron el pasado 21 de diciembre, en correspondencia al evento que les habíamos preparado: la tradicional conferencia de despedida del primer cuatrimestre. Este año contábamos con la presencia de la Profesora Margarita Fuenteseca Degeneffe, Catedrática de Derecho romano de la Universidad de Vigo, prestigiosa investigadora y docente, implicada asimismo en numerosas entidades culturales. El brillante curriculum vitae de la Profesora Fuenteseca, presentada por el Prof. Bernardo Periñán, la hacía especialmente idónea para poner el broche de oro a nuestra asignatura en este curso. Pero, trascendiendo el ámbito puramente académico, su calidez y entusiasmo ante la invitación del Área, como en otras ocasiones, nos permitió disfrutar de una mañana en la que el Dere...

Derecho romano y fútbol

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  Los romanos practicaban un juego de pelota que enfrentaba a dos equipos por posar el balón al final del campo contrario. No era fútbol, pero servía más o menos para lo mismo, al menos en su origen. El juego se llamaba harpastum y tenía la doble finalidad de mantener en forma a las tropas durante los periodos de ocio en los campamentos y de entretener a los soldados. Ya se sabe del efecto apaciguador del deporte, de la importancia de colaborar con otros para competir y de la necesidad de respeto a unas reglas, aunque en el caso del harpastum eran más bien pocas. La razón de estas líneas no es describir este deporte antiguo, cercano al moderno rugby aunque mucho más rudo, sino celebrar que la Associazione Sportiva Roma —la Roma de toda la vida— haya sustituido la publicidad de sus camisetas por las siglas SPQR. Dicen que no encuentran patrocinador y se han buscado uno en casa, para acompañar a la loba capitolina — L uperca— que amamanta a Rómulo y Remo a la orilla del Tíber sobre ...