Al comenzar cada curso muchos de
nosotros nos hacemos dos preguntas tan necesarias como inquietantes:¿Cómo enseñar Derecho Romano? Y, sobre
todo, ¿qué enseñar del Derecho Romano?
Para Biscardi, “el Derecho romano es a la Ciencia del Derecho lo que la anatomía y la
fisiología a la medicina, o la lógica a la filosofía”, lo que explica que nuestra disciplina se imparta a los estudiantes que acaban de
ingresar en la vida universitaria. Ellos
aún no lo saben... pero los romanistas les ofrecemos un valioso regalo que no
es otro que conocer un sistema jurídico en su plenitud. No tardarán en
descubrirlo. Nuestro reto, necesariamente, debe adaptarse al signo de estos
tiempos.
Redes
sociales, podcasts, blogs, youtube, flipped learnig,
gamificación, aulas virtuales, enseñanza
síncrona y asíncrona... son términos que los docentes hemos ido conociendo
en eventos y publicaciones dedicados a la innovación y que desde hace un año se
vuelven más familiares, a veces perentorios. Estas experiencias, a menudo
vistas con cierta desconfianza (puede que por el miedo a desvirtuar la
excelencia de la enseñanza) se nos revelan
sin embargo como potentes herramientas de apoyo para crear nuevas formas de
relación con nuestros estudiantes. No negaré que se trata de un terreno de
arenas movedizas pues a cada paso debemos estar alerta para que el medio no
acabe por oscurecer el mensaje.
¿Beneficia a
nuestra docencia el uso de las redes sociales? ¿Realmente conseguimos captar el interés
de nuestros estudiantes? ¿No se trata de una inversión costosa
en tiempo y forma?
Para empezar, las redes sociales nos
permiten acelerar la inmersión intuitiva y espontánea de los alumnos en el contexto socio-histórico-cultural romano,
dado que, desgraciadamente, cada vez menos héroes y heroínas han
seguido un itinerario de Humanidades en el Bachillerato. Para nosotros es imprescindible, antes de adentrarnos
en el infinito del Derecho romano y sus instituciones, que piensen “a la
romana”. Sin duda, el contacto entre la teoría que
integra el programa de nuestra asignatura y el acercamiento a "fuentes
externas" (museos, profesores, arqueólogos, bibliotecas e instituciones
públicas) facilita la inmersión. Como lo hacen el cine, las series y la literatura.
Por otro lado, las redes sociales, podcasts y blogs temáticos
permiten la publicación de cápsulas de conocimiento para el repaso (que no la
suplantación) de lo expuesto en las clases magistrales y sesiones prácticas. Créanme si les
digo que la motivación del alumnado crece cuando se le convierte en
protagonista activo de su proceso de aprendizaje y que hoy día es misión
imposible lograr la implicación de los nativos digitales sin integrar, en
alguna medida, las herramientas TICS en la enseñanza.
Cada
experiencia innovadora lleva su tiempo y buenas dosis de trabajo y paciencia. Pero
fructifican y emerge una comunidad de conocimiento que se alimenta de las
contribuciones mutuas. Ya sea mediante reflexiones críticas o mediante la divulgación de noticias de interés, nos
acercamos a nuestra meta: los estudiantes asumirán con respeto el valor del Derecho
Romano como sistema regulador de las relaciones jurídicas, especialmente de Derecho privado, y como sustrato
irrenunciable de nuestra civilización.
Como casi siempre, los antiguos salen
a nuestro rescate y nos inspiran: ¿o acaso los juristas romanos, en su labor
docente, no buscaban poner el intelecto al alcance de sus discípulos y retarles
con el único fin de que descubrieran soluciones y resolvieran problemas? Valete.
Aurora López Güeto
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