A mis alumnos del próximo curso
Mis alumnos del curso que viene están terminando estos días la PEvAU, a la que los de mi generación todavía llamamos Selectividad . Muchos llegan con notas de Bachillerato muy altas y, tras la prueba de acceso, presentarán medias que invitan al optimismo cuando no a la alegría desmesurada. Piensa uno que va a trabajar con el mejor material humano, y es verdad, y que tiene la obligación de estar al cien por cien para corresponder a estudiantes tan potentes. Empleo esta palabra en el sentido filosófico del término, es decir, son estudiantes que pueden llegar lejos, que encierran muchas virtudes académicas. No olvidemos que son tres las potencias del alma que han de ejercitar: entendimiento, voluntad y memoria. «¿Estaré a la altura?, ¿les gustará mi asignatura?, ¿conseguiré mantener su atención durante el curso?, ¿tendré muchos candidatos a la Matrícula de Honor?», me pregunta el profesor que quiero ser. El profesor que soy debe leer este artículo a diario, para no negociar re